Por Dra. Ana S. Barreira

Investigadora Asistente CONICET
División Ornitología

En el mes de marzo pasado se conoció la noticia sobre el desarrollo de un sensor meteorológico que montado en palomas domésticas (Columba livia) permite monitorear las condiciones del aire en grandes distancias geográficas. La noticia fue publicada en idioma inglés en el portal Gizmodo (https://gizmodo.com/pigeons-with-tiny-backpacks-are-gathering-climate-data-1833207515) y en el portal local Imneuquen (https://www.lmneuquen.com/usan-palomas-estudiar-la-contaminacion-el-aire-n627163).

El sensor fue desarrollado por investigadores de la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido, liderado por el Dr. Rick Thomas. En el año 2018, este equipo de trabajo presentó un artículo científico en el que se probaron sensores similares en dos especies de águilas y que fue publicado en el Journal de la American Metheorological Society (https://journals.ametsoc.org/doi/pdf/10.1175/BAMS-D-16-0181.1). Estos sensores se colocan en la espalda de aves entrenadas para volar siguiendo rutas específicas. Debido a que el peso total de los sensores y el sistema de sujeción es inferior al 5% del peso del ave se consideran inocuos para estas especies. Luego, este equipo de trabajo desarrolló modelos más pequeños de estos sensores para que pudieran ser empleados en palomas domésticas, con un peso equivalente al 3% del peso promedio de una paloma. Esta especie cuenta con la ventaja de ser criada en cautiverio con facilidad, y que los individuos pueden ser entrenados para realizar largos viajes tras los cuales vuelven al mismo palomar. Esto representa una ventaja frente al uso de otras alternativas tecnológicas, como los drones, debido a que las palomas pueden realizar viajes de varias horas de duración sin dificultad, no presentan dificultades para esquivar obstáculos habituales en cielos urbanos, y no necesitan ser monitoreados durante los vuelos.

Los sensores registran variables climáticas de temperatura, humedad, luz ambiental y datos de GPS directamente desde el aire.  Esto permitiría realizar mejores pronósticos climáticos en zonas urbanas, donde los sensores de tierra sufren mucha distorsión por la cantidad de elementos presentes.  Los sensores desarrollados se montan en una especie de “mochilita” que transportan las palomas en vuelo y se alimentan de una pequeña batería. Cuando la paloma regresa al palomar la información colectada es descargada para su análisis. Al momento sólo lo han usado 5 palomas, que lograron recorrer alrededor de 1000 kilómetros en 41 viajes.

Con la información así recolectada los investigadores planean poder entender cómo se distribuye la polución en las ciudades, que puede servir de base para el planeamiento del desarrollo urbano así como diseñar estrategias para la adaptación al cambio climático.  Los desafíos que enfrentan se relacionan con poder hacer que el sensor sea energéticamente autónomo, y que las variables medidas registradas sean más (por ejemplo incorporando mediciones de gases atmosféricos) y que éstas sean medidas con precisión y eficientemente, para lo cual necesitan ser bien calibrados.

Foto: Rick Thomas